jueves, 14 de febrero de 2013

Llamar Borracho


el finissimo comentario

De repente se dio cuenta de que nunca le había hablado borracho a una mujer, nunca en estado etílico había tomado la decisión de marcar un número telefónico, y según el caso, expresarle a alguna mujer que la amaba o la extrañaba. Él, siempre se consideró un hombre racional, demasiado cuerdo para caer en esos arrebatos de inconciencia; y a pesar de tener una buena reputación como bebedor, donde podía presumir muchos actos desafortunados en ese estado, nunca había experimentado el oficio de llamar borracho a una mujer, esos rasgos de debilidad no iban con él.

Así que, decidió que a sus treinta y tantos años era un buen momento para realizar tal proeza, común para muchos, pero fuera de la realidad para alguien tan tranquilo como ese sujeto.

El primer paso sería tener a quien hablarle. Para esto, no contemplo exnovia alguna, ninguna merecía tal honor, o por lo menos ya no. Para él, la decisión no fue difícil. Le llamaría a aquella chica de la cual se había enamorado fuertemente meses atrás, pero que desgraciadamente fue rechazado por su poco entusiasmo, pero bueno, esa es otra historia. De cualquier manera la decisión era obvia, en ese momento no tenia en la cabeza ni en el corazón, a nadie más importante para hacerla participe de tan significativa hazaña que le hacía olvidar, que debía comportarse como lo que es, un adulto.

Tenía varios meses de que no tener un contacto continuo con ella, ya que, ella tenía un pretendiente. Nunca ha querido ser importuno, así que respetaba esa relación y no se acercaba demasiado. Pero tenía un fin, así que comenzó a mandar mensajes de buenos días y preguntas casuales que se pueden hacer por whatsapp, de cualquier manera, saber de ella, lo hacía feliz.

Él podría haber ido a la vinatería comprar un vodka, empezar a beber en casa y terminar rápido con ese pendiente, el sentimiento lo tenía, aunque no sabía con certeza o que iba a decir, sabía que su corazón no lo defraudaría en ese momento. Pero no lo considero prudente, más que buscar un momento especial, quería buscar alguno en que no importunara demasiado a aquella bella mujer.

Y lo encontró, después de varias conversaciones con ella, se enteró de que el siguiente sábado ella tendría que trabajar desde temprano, por lo que tenía que levantarse a las seis de la mañana para estar lista. Mejor imposible. El siguiente viernes, él tendría una fiesta en la empresa donde laboraba, por lo que, era solo cuestión de beber, como todos esperaban que el hiciera esa noche y esperar a que dieran las cinco de la madrugada para llamarla, una hora antes de que ella formalmente despertara, con lo cual, la molestia no sería mayor, o así pensaba él.

La semana fue corta y el día llego. Se vistió con sus mejores galas y antes de salir de casa, como último acto de razón, escribió en su muro de Facebook “apaga tu celular que te voy a llamar”, sin ninguna referencia, solo un comentario al aire intentando darle a ella una oportunidad de detenerlo, aunque sería difícil pensar que ella lo vería y lo entendiera.

Llego a la fiesta, saludo a la muchedumbre, algunos saludos formales, otros no, comenzó a beber tequila y nadie imaginaba lo que pasaba por su mente.

La noche continuaba y la fiesta iba entrando a su mejor momento, él no esperaba divertirse tanto, sus compañeras lo incitaron para que se levantara a bailar, lo hizo, grabe error. El bailar aligero los efectos que el alcohol estaba produciendo en él, afortunadamente se dio cuenta y lo remedio fácil, pidió otra botella para él solo. La gente que pasaba a su lado bromeaba al respecto de la velocidad con la que bebía, sin que él se ofendiera participaba de la broma, en verdad estaba pasando una gran noche.

El reloj marco las cuatro con treinta de la madrugada, estaba borracho. Miro nuevamente su reloj mientras caminaba al baño, y por un instante vio en su mente la silueta de la chica a quien destinaria la llamada, durmiendo cómodamente en su cama. Se decepciono de si mismo, ¿Por qué caer ahora en la inmadurez? De joven nunca se lo permitió, ¿porque hacerlo ahora?. Además, ella que culpa tenía. Cierto, el sentía mucho aprecio, tal vez amor, pero eso no le daba ningún derecho a molestarla, más cuando sabía que no era correspondido ni siquiera un poco. Decidió no llamar.

Cancelado su plan se sintió más tranquilo, un poco triste, pero tranquilo, regreso a su mesa para sorprenderse de la cantidad de alcohol que había bebido esa noche, ni en sus épocas de colegial había bebido tanto, “qué más da”, pensó. Continúo la fiesta.

El reloj marco las cinco, y al marcar las cinco con cinco se dio cuenta que toda su maquinación había terminado. Las bromas y el buen ambiente están a tope, eso si, pero era hora de retirarse. La cooperación para la propina de los meseros y las idas al baño hicieron que el tiempo trascurriera en una fiesta que no quería terminar.

Salieron del salón a las cinco con treinta. La fiesta había terminado.

Una de sus compañeras estaba organizando para pedir un taxi en el cual se fueran todos juntos, los cinco que quedaban, hacia frio. Y de repente,  los litros de alcohol que había tomado nuestro personaje hicieron corto con el ambiente, o como se dice comúnmente, “le dio el aire”, mientras los demás discutían la cuestión de taxi, él se recargo en un poste y sin pensarlo nada, saco el celular y marco.

“hola, perdón por despertarte, solo quería decirte que te quiero mucho”, hizo un silencio, pensó que su discurso iba a ser más largo, pero lo había dicho todo. “No me despertaste, pensé que ya no ibas a marcar, vi tu mensaje, yo también te quiero”,  le contesto ella.

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