el finissimo
comentario
De repente
se dio cuenta de que nunca le había hablado borracho a una mujer, nunca en
estado etílico había tomado la decisión de marcar un número telefónico, y según
el caso, expresarle a alguna mujer que la amaba o la extrañaba. Él, siempre se
consideró un hombre racional, demasiado cuerdo para caer en esos arrebatos de
inconciencia; y a pesar de tener una buena reputación como bebedor, donde podía
presumir muchos actos desafortunados en ese estado, nunca había experimentado
el oficio de llamar borracho a una mujer, esos rasgos de debilidad no iban con
él.
Así que,
decidió que a sus treinta y tantos años era un buen momento para realizar tal proeza,
común para muchos, pero fuera de la realidad para alguien tan tranquilo como
ese sujeto.
El primer
paso sería tener a quien hablarle. Para esto, no contemplo exnovia alguna,
ninguna merecía tal honor, o por lo menos ya no. Para él, la decisión no fue
difícil. Le llamaría a aquella chica de la cual se había enamorado fuertemente
meses atrás, pero que desgraciadamente fue rechazado por su poco entusiasmo,
pero bueno, esa es otra historia. De cualquier manera la decisión era obvia, en
ese momento no tenia en la cabeza ni en el corazón, a nadie más importante para
hacerla participe de tan significativa hazaña que le hacía olvidar, que debía
comportarse como lo que es, un adulto.
Tenía varios
meses de que no tener un contacto continuo con ella, ya que, ella tenía un
pretendiente. Nunca ha querido ser importuno, así que respetaba esa relación y
no se acercaba demasiado. Pero tenía un fin, así que comenzó a mandar mensajes
de buenos días y preguntas casuales que se pueden hacer por whatsapp, de cualquier manera, saber de
ella, lo hacía feliz.
Él podría
haber ido a la vinatería comprar un vodka, empezar a beber en casa y terminar
rápido con ese pendiente, el sentimiento lo tenía, aunque no sabía con certeza
o que iba a decir, sabía que su corazón no lo defraudaría en ese momento. Pero
no lo considero prudente, más que buscar un momento especial, quería buscar
alguno en que no importunara demasiado a aquella bella mujer.
Y lo encontró,
después de varias conversaciones con ella, se enteró de que el siguiente sábado
ella tendría que trabajar desde temprano, por lo que tenía que levantarse a las
seis de la mañana para estar lista. Mejor imposible. El siguiente viernes, él
tendría una fiesta en la empresa donde laboraba, por lo que, era solo cuestión
de beber, como todos esperaban que el hiciera esa noche y esperar a que dieran
las cinco de la madrugada para llamarla, una hora antes de que ella formalmente
despertara, con lo cual, la molestia no sería mayor, o así pensaba él.
La semana
fue corta y el día llego. Se vistió con sus mejores galas y antes de salir de
casa, como último acto de razón, escribió en su muro de Facebook “apaga tu celular que te voy a llamar”,
sin ninguna referencia, solo un comentario al aire intentando darle a ella una
oportunidad de detenerlo, aunque sería difícil pensar que ella lo vería y lo
entendiera.
Llego a la fiesta, saludo a la muchedumbre, algunos saludos formales, otros no, comenzó a beber tequila y nadie imaginaba lo que pasaba por su mente.
Llego a la fiesta, saludo a la muchedumbre, algunos saludos formales, otros no, comenzó a beber tequila y nadie imaginaba lo que pasaba por su mente.
La noche
continuaba y la fiesta iba entrando a su mejor momento, él no esperaba divertirse
tanto, sus compañeras lo incitaron para que se levantara a bailar, lo hizo,
grabe error. El bailar aligero los efectos que el alcohol estaba produciendo en
él, afortunadamente se dio cuenta y lo remedio fácil, pidió otra botella para él
solo. La gente que pasaba a su lado bromeaba al respecto de la velocidad con la
que bebía, sin que él se ofendiera participaba de la broma, en verdad estaba pasando
una gran noche.
El reloj
marco las cuatro con treinta de la madrugada, estaba borracho. Miro nuevamente
su reloj mientras caminaba al baño, y por un instante vio en su mente la
silueta de la chica a quien destinaria la llamada, durmiendo cómodamente en su
cama. Se decepciono de si mismo, ¿Por qué caer ahora en la inmadurez? De joven
nunca se lo permitió, ¿porque hacerlo ahora?. Además, ella que culpa tenía. Cierto,
el sentía mucho aprecio, tal vez amor, pero eso no le daba ningún derecho a
molestarla, más cuando sabía que no era correspondido ni siquiera un poco. Decidió no
llamar.
Cancelado su
plan se sintió más tranquilo, un poco triste, pero tranquilo, regreso a su mesa
para sorprenderse de la cantidad de alcohol que había bebido esa noche, ni en
sus épocas de colegial había bebido tanto, “qué más da”, pensó. Continúo la
fiesta.
El reloj
marco las cinco, y al marcar las cinco con cinco se dio cuenta que toda su maquinación
había terminado. Las bromas y el buen ambiente están a tope, eso si, pero era
hora de retirarse. La cooperación para la propina de los meseros y las idas al
baño hicieron que el tiempo trascurriera en una fiesta que no quería terminar.
Salieron del
salón a las cinco con treinta. La fiesta había terminado.
Una de sus
compañeras estaba organizando para pedir un taxi en el cual se fueran todos
juntos, los cinco que quedaban, hacia frio. Y de repente, los litros de alcohol que había tomado nuestro
personaje hicieron corto con el ambiente, o como se dice comúnmente, “le dio el
aire”, mientras los demás discutían la cuestión de taxi, él se recargo en un
poste y sin pensarlo nada, saco el celular y marco.
“hola, perdón por despertarte, solo quería decirte
que te quiero mucho”, hizo un silencio, pensó que su discurso iba a ser más
largo, pero lo había dicho todo. “No me
despertaste, pensé que ya no ibas a marcar, vi tu mensaje, yo también te quiero”,
le contesto ella.
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