El jueves pasado me intercepto un hombre en el metro para
cuestionarme acerca del libro que en ese momento leía.
Regresaba del trabajo, eran alrededor de las 7:40 de la
noche, trasborde de la línea B en Morelos y ahora iba sobre la línea 4, ya habíamos
pasado Canal del Norte y acaban de cerrar las puertas en Consulado.
Suelo leer dos libros a la vez, y antes de que crean que
tengo un don, les explico. Suelo tener un libro para la casa, para leer antes
de dormir y así… y el otro para el camino, para el trasporte, para los
recorridos, para el parque y así.
Últimamente he estado leyendo mucha ciencia. Nueva, vieja,
reconocida, olvidada, importante, intrascendente; conocimiento en letras.
En este momento mi libro de traslados es “El Origen de las
Especies de Charles Darwin”, libro de 304 páginas, iba en la 204, la fácil comparación
de números hizo que en este momento aún no lo olvidara.
Un hombre que no había subido en Consulado se levantó de su
asiento, no vi si subió después o antes que yo, pero si lo pude ver levantarse
de su asiento. Se notaba temeroso.
—Disculpe, ¿ese libro del origen de las especies, es el de
Darwin? — sé que suena muy obvio, pero eso me pregunto. Deje de leer, le mostré
la portada y conteste simplemente que sí.
Hace un año más o menos otro sujeto como de 50 años me interrumpió
la lectura igualmente para preguntarme sobre el libro que leía entonces, Tokio Blues de Haruki Murakami, me confeso que
era un gran fanático de ese escritor, me conto de los libros que le gustaban y
me explico porque le gusta el estilo del Japonés… y ya, dos estaciones después
bajo del metro.
Pensé que en este caso sería lo mismo.
— ¿Y ese libro habla del origen de todo?
—No, básicamente son las ideas de un hombre acerca de cómo cambian
las especies y de donde vienen — ya se le veían las intenciones al señor, por
eso mi explicación tan, tan fuera de problemas.
—Mejor debería de leer la Biblia—lo esperaba.
—Hay que leer de todo para encontrar un poco de verdad — conteste
y se intimido.
—Pues sí, habría que leerlo — hizo una pausa — “pero si
quiere encontrar verdad lea la Biblia”— conciuyo, se abrieron las puertas del bogan y el hombre bajo en Bondojito. No
pude decirle nada. Se fue creyendo que llevaba la "única" verdad…
CSR