(Y va de nuevo...)*
"¡No
tienes derecho de meterme en mi vida!”, le escuche gritar a un adolecente en la
calle dirigiéndose a su padre…
Y pensando
en esa escena llegue a una reflexión:
La mejor
manera en que un adolecente tome buenas decisiones es a través de tener una
buena visión del mundo (del mundo real) y del contexto en el que vive.
Esto viene
después de conocer historias de cerca y no tan cerca de adolescentes que se
casaron a corta edad o dejaron la escuela en busca de un sueño. No estoy
diciendo que tomar estas decisiones sea malo, conozco historias de este tipo
que terminaron en éxito, pero también muchas otras donde la decisión no fue la
mejor en ese momento ya que el impulso emocional no les permitió darse cuenta
de los obstáculos obvios que aparecerían.
Por ello
les quiero describir mi postura con respecto a estas ideas.
Soy
partidario de la independencia personal, en este caso, los adolescentes deben empezar
de tomar sus propias decisiones, (aunque sean por impulso) asumiendo las
consecuencias positivas y negativas de sus actos. El tomar decisiones propias que lleven por un buen camino
los impulsara a seguir tomando decisiones esenciales de vida.
Hay
historias de éxito, es fácil encontrar estrellas de Rock que nunca fueron a la
escuela, o actores que no pisaron las aulas. De hecho el mismísimo JOHNNY DEPP,
dejo la escuela a los 16 y se casó a las 17 por primera vez y todos sabemos la
carrera llena de éxitos que tiene. Yo mismo tengo amistades que se casaron
siendo menores de edad y siguen teniendo una vida de pareja plena. El tomar
decisiones propias hace adolecentes seguros de sí mismo.
Y para que
estas decisiones sean tomadas con responsabilidad, es necesario que sus padre o
quien se haga responsable de ellos les enseñe a tener una visión clara de la
vida, enseñar que el esfuerzo es el camino más seguro para cumplir las metas,
que existen metas, y que los sueños se pueden cumplir. Enseñar a ser
responsables de sus decisiones, así como exponer la condición y limitantes sociedad
de donde viven, no para negar el desarrollo, si no para entender lo que se debe
de enfrentar. Ya con estas enseñanzas lograr entender lo importante que es el
concepto de responsabilidad y metas.
La mejor
manera para conseguir esto es que los padres salgan con ellos a la calle, dejar
que salgan solos, procurar que lean, escuchen el radio, vean televisión, tengan
internet, vean Youtube, Facebook, etc. y platicar con ellos sobre lo que han
visto y escuchado, para aterrizar las ideas que pudieron haber absorbido. Si
los adolescentes aprenden a comprender su mundo sus decisiones serán mejores.
Y si a
pesar de todo ello toman una deliberación opuesta a la que le aconsejarían sus
padres, deben tener la conciencia de que es posible que nadie los apoye.
Sé que
perderé la simpatía de muchos padres con este comentario pero: “No están
obligados a apoyar a sus hijos si no están de acuerdo con su decisión”. No se
mal entienda, no hablo de dejar de quererlos. Pero no me parece correcto que tu
hijo se case y ahora tu tengas que mantenerlo a él y a su esposa. Que casi
terminando la preparatoria (y de paga) la deje sin previo aviso y ahora te
exija que le pagues la escuela de cine. “Es que mis padres no me apoyan”,
dicen, el apoyo tienen que ganárselo
cuando se salen de la estructura social que se supone que esperamos de ellos y
eso deben entenderlo. Lo siento, pero a mi parecer es lo más correcto.
Siguiendo con el ejemplo, si quiere entrar a la escuela de cine pero te dice
que va a conseguir una beca, un trabajo para pagar en la mitad, es decir un
esfuerzo, pues bueno, se entiende que merezcan el apoyo.
A los
adolescentes hay que enseñarles a entender el mundo, a diferenciar el bien del
mal, que es un esfuerzo, SOBRETODO a hacerse responsables de sus actos, que no
siempre la gente los apoyara, que no todas las historias son de éxito y esperar
que así tomen decisiones correctas en su vida. Decisiones maduras.
CSR
“Nadie da un quinto por un chofer, me dijo mi papá el día que le comunique mi decisión de ser chofer de una casa rica. Para mi la máxima ambición en la vida era tener un trabajo de chofer. Porque tenía dos ventajas, digo, el trabajo, no yo. La primera, manejar un hipercarrerrimo de esos que todo el mundo se les queda viendo, y la segunda, que te coges a la señora de la casa. Porque en las casa ricas siempre es igual: las señoras están bien ganosas porque su marido ni caso les hace.
Más ciego, pues, no podía estar mi papá. Pero así y todo me dijo “te vas a estudiar un curso por las tardes, aunque sea una carrera técnica pero me estudias doble para que de grande seas algo de provecho”. Ya sabía yo que a fuerzas iba a decir la palabra provecho, si le encantaba decirla”.