viernes, 17 de enero de 2014

No me da pena

Y va de Nuevo… (Texto del 22 de Diciembre del 2008)

el finissimo comentario


No me gustan los Table Dance, ni ese tipo de lugares, en serio, no intento justificarme ni pintarme de santo, solo que el concepto de esa diversión no me termina de convencer. “Pagar dinero para que te acompañe una linda mujer”… bueno, aunque uno luego lo hace sin darse tanta cuenta.

No puedo negar mi presencia en estos lugares de vez en cuando. La camaradería, la fiesta, el desmadre, son buenos pretextos para seguir a los amigos con tal de continuar los festejos. Y estando entonado, es decir, con unos grados de alcohol de más en la sangre, es todavía más fácil que te convenzan. Soy fácil de disuadir…


Y así un día, un amigo indico el lugar, no muy lejos del bar donde comenzamos la parranda. Cerca, en minutos nos encontrábamos ahí. No recuerdo el nombre del lugar, era totalmente desconocido para mí, no era un “table”,  digo, no había chicas desnudándose junto a un tubo en medio de una pista… no sé cómo se llaman estos lugares, ¿cabaret?. Ustedes entienden, un lugar donde solo te sientas a la mesa y las chicas se acercan para que les invites a bailar o una copa mientras… ustedes saben. Ya era tarde, la gente que salía era más que la que entraba y eso nos indicó que sería fácil encontrar mesa disponible, así fue.

Caminamos rumbo a la mesa, yo admiraba el paisaje para irme aclimatando a la situación, de repente entre la gente que se movía en el caluroso salón reconocí con sorpresa una cara. Cara que me miro aun con más sorpresa y rápidamente volteo como para disimular no verme… No hay problema, sin decir nada a mis compañeros me senté dando la espalda, era notable que mi presencia había incomodado un poco, en ese momento no considere que tanto, solo me senté como diciendo, “yo no vi nada”. Ordenamos de beber y mientras uno de mis amigos empezaba a bailar con una chica del lugar, a eso iba el, yo continuaba la plática con el resto de los presentes.

Y así estuvimos un rato, la verdad a mí no me gusto el lugar. Mis amigos iban conociendo chicas que se acercaban con el mismo discurso trillado de, “¿podemos acompañarlos?”, “¿vienen seguido por aquí?”, y así y así… yo no hacía mucho caso, solo iba a beber como alcohólico que soy… Hasta que… quitándose la pena se presentó frente a mí, para saludar, como los camaradas que nos conocemos de años atrás… Cabe hacerles mención que el rostro que reconocí al entrar al lugar, no era de un amigo, compañero de trabajo, tío, familiar o vecino, que pensándolo bien, también podría justificar el “me hice pendejo” para que yo no lo quemara, ya saben cómo es la moral que manejamos en estos tiempos… El rostro que reconocí, era el de una chica que sentada en las piernas de un cliente sonreía ante sus poco elocuentes palabras.

Ella me saludo con todo el aprecio de quien se encuentra a un excompañero de trabajo después de 6 meses de no verse, después de 6 meses de que ella abandono el trabajo por razones no muy claras, solo explicando entonces que se iba por cuestiones personales. Sin que yo lo pidiera se explicó. No era necesario, en verdad, no lo necesitaba, pero ella quería hacerlo. Y lo hizo mal, porque no dio detalles específicos, que insisto, yo no necesitaba. Pero puedo resumir en dos frases lo que intento aclararme fue: “NO ME DA PENA HACER ESTO” y “AQUÍ GANO MUCHO DINERO”.

Yo no soy nadie para aprobar o desaprobar cualquier decisión de ella o de alguien más, cada quien su moral, pero digo, tal vez si fuera un amiga cercana si le diria algo, por no dejar, “oye, no mames, deja esas chingaderas”, para que no digan que no me importan mis amigas, pero ella no era “tan así” en mi vida. La plática no duro mucho más, ella tenía que regresar a “trabajar”, la esperaban. Al parecer le iba bien, tenía muchas solicitudes.


Al instante de que ella se fue de la mesa regreso mi amigo, el que primero se paró a bailar con una de las chicas, y en tono de broma-burla-reclamo, me dijo al haber visto que mi amiga se retiraba de la mesa: “¿Qué pasó?, ¿No que no conocías el lugar?, ¿Se ve que conoces re-bien a Renata?”… jaja, el sabia su nombre. Sonreí.

CSR




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